¿TE REPRESENTA QUIEN TE REPRESENTA?

"No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país".
John F. Kennedy
En su discurso de asunción,
20 de enero de 1961

¿Cuál es el verdadero grado de responsabilidad que tenemos nosotros Los “Anónimos”, la mayoría de los habitantes de este planeta, en la realidad que se nos presenta como única y en la mayoría de los casos inmodificable?. Toda. Decir lo contrario o edulcorar el concepto sería repetir historias conocidas por ser diplomático o políticamente correcto.
Para verlo es necesario primero desapegarse y elevarse de la imagen cotidiana que nos condiciona, dejar el preconcepto de lado, eliminar de nuestro disco duro el programa que nos instalaron y con el que hasta hoy hemos operado para tener un nuevo punto de vista y desde allí crear una nueva realidad, personal, familiar, laboral y colectiva. Como ya vimos podemos hacerlo.
Se trata de voluntades pares con los mismos objetivos en su mayoría, hasta ahora no manifiestos masivamente, que se encuentran aún vivos y descansan entretenidos en los brazos de un sistema que los ceda primero, adormece después y genera un clima ideal para crear otra ilusión tras la que volveremos a correr en cuanto creemos que despertamos, pero ¿es así?, ¿ o somos como la serpiente que se muerde la cola?.
Es un plan perfecto, tan perfecto que asusta, que funciona sin prisa ni pausa y a nosotros, los “Anónimos”, nos aleja de aquellas cuestiones que debemos conocer, participar y decidir desde el mismo momento que emitimos nuestro voto. Y con él nuestra cuota de confianza en los dirigentes a la espera de paz, seguridad, prosperidad, estabilidad en todo sentido. Entonces nos desentendemos y todo empieza de cero sin reparar que lo que está en juego es nuestro presente, nuestro futuro, nuestro trabajo, nuestro dinero. Nuestra vida y la de nuestros hijos.
Mientras tanto ellos “nuestros elegidos” ascienden a una esfera de cristal de la que bajarán solo cuando haya que volver a pedir los votos. Allí quedan y viven como monarcas sin corona a expensas del pueblo.
¿Quienes son los responsables de haber llegado a esta situación, ellos o nosotros?. Sería un facilismo decir solo “ellos” pero no resultaría extraño escucharlo cuando en realidad lo que busca la mayoría de los “Anónimos” es que las urnas les den gobernantes que los integren debajo del ala protectora del Estado y los provea, estimule, les de garantías, etc., como lo hacían sus padres cuando eran niños. Así entonces la mayoría de electores se han sentado a esperar durante años ver como sus sueños se postergaban sin hacían realidad. Las pruebas están a la vista. Luego de una historia tan repetida ¿quién miente a quién?. ¿Ellos por decirnos lo que necesitamos escuchar o nosotros por necesitar creer en alguien sin reparar que solo nos dicen lo que deseamos escuchar con tal de lograr su objetivo?.
Detengámonos un instante en cualquier discurso político.
Si el candidato de turno se dirige a un grupo de ambientalistas seguramente nada dirá sobre los inversores con los que debió ceder en cuanto a la rigidez de los controles ambientales y si hablará de los programas que su gobierno lleva adelante preocupado por este tema. Si lo hace ante familias víctimas de la inseguridad con certeza no les dará información a propósito del poder de fuego que sabe tienen las bandas pero si le prometerá mayor patrullaje y operativos en zonas marginales donde supuestamente están los delincuentes más peligrosos. Si lo hace en una exposición rural aunque recién lo haya firmado no mencionará ni una palabra de un aumento de impuestos a los productores agropecuarios, pero no dejará de mencionar el trabajo de sus ministros en la posible apertura de nuevos mercados. Observen un candidato exponiendo en un foro económico, lo que allí diga difícilmente sea comprensible por los “Anónimos” porque su público objetivo es otro y siempre estará en línea con lo que el público objetivo desee escuchar.
Es tiempo de asumir nuestras responsabilidades para luego exigir las ajenas.
Este comportamiento se debe al miedo y la distracción.
Un miedo colectivo que deposita en “ellos”, los profesionales de la política, la responsabilidad y la confianza de nosotros, los “Anónimos”, para que guíen nuestro destino en muchos casos sin saber si estas personas son idóneas para tal función, que intenciones los inspira, a quienes verdaderamente responden y que porcentaje de seguridad de éxito en su gestión tendrán.
Se puede ver como se les exige cada vez más requisitos a un trabajador común que aspira a una vacante en un supermercado o una empresa de seguridad y sin embargo ¿por cuantos tests evaluatorios de capacidad laboral, de gestión y de liderazgo pasa un candidato?.
Esa es la mayor confirmación que lo que los “Anónimos” necesitábamos hasta hoy eran quienes ejercieran la autoridad mientras nosotros nos lavábamos las manos entregándoles un cheque en blanco para que manejen la realidad a sus anchas.
Así alcanzábamos una representatividad, paz y seguridad relativa, virtual, por no decir irreal.

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