MEDITAR SANA
La meditación es una práctica que consiste básicamente en mantener un estado de atención concentrada, sobre un objeto externo, un pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración.
Utilizada durante siglos por diversas religiones como medio para obtener la calma y la paz interior, en la actualidad los científicos parecen interesarse cada vez más por comprender y analizar sus efectos en el cerebro, en el organismo y en el espíritu humano.
El último ejemplo de esto es un nuevo estudio cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science (aps), de Estados Unidos.
Según dicho estudio, la meditación permitiría acceder a un estado más elevado de conciencia espacio-visual que, sin embargo, duraría sólo un periodo de tiempo limitado.
Normalmente, cuando vemos un objeto, éste se mantiene en nuestra memoria visual a corto plazo, durante un breve periodo de tiempo (las imágenes comienzan a desvanecerse en sólo unos segundos).
Sin embargo, se ha podido registrar que los monjes budistas (que meditan habitualmente) presentan habilidades visuales excepcionales y que son capaces de mantener imágenes complejas en su memoria visual durante minutos y, en algunos casos, incluso durante horas.
La nueva investigación, dirigida por la psicóloga Maria Kozhevnikov, de la Universidad George Manson, ha querido ir más allá de esta constatación, analizando los efectos de diversos tipos de meditación budista en las habilidades espacio-visuales.
Según publica la aps en un comunicado, los investigadores se centraron en dos formas de meditación: la llamada Deity Yoga (DY) (o Devata-yoga, práctica fundamental del budismo Vajrayana), y la “Presencia Abierta” (Open Presence u OP).
Durante la meditación DY, los meditadores se concentran intensamente en la imagen de una deidad y en su séquito. Esto requiere fijarse en muchos detalles, así como en las emociones de la deidad, y en su entorno.
Por el contrario, los practicantes de la meditación OP creen que la conciencia pura no puede ser alcanzada atendiendo a una imagen específica, por lo que intentan distribuir equitativamente su atención, sin fijarse ni analizar ninguna experiencia, imagen o pensamiento concreto que les surja.
En los experimentos, practicantes de ambos tipos de meditación e individuos que no meditaban participaron en dos formas de tareas espacio-visuales: unas para probar sus capacidades mentales de rotación (por ejemplo, si eran capaces de rotar mentalmente una estructura tridimensional) y otras para probar su memoria visual (por ejemplo, tras ver una imagen, tenían que retenerla en la memoria para posteriormente identificarla entre otras imágenes relacionadas con ella).
Todos los participantes completaron una primera ronda de tareas. Después, los meditadores realizaron 20 minutos de meditación, mientras el resto de participantes realizaban otras actividades no-meditativas; y finalmente se realizó una segunda ronda de tareas espacio-visuales.
Los resultados revelaron que todos los participantes ejecutaron el primer conjunto de pruebas de manera similar, lo que sugiere que la meditación no tiene un efecto general ni aumenta las capacidades espacio-visuales a largo plazo.
Sin embargo, tras el periodo de meditación, los meditadores de la meditación DY mejoraron drásticamente su rendimiento en las tareas, tanto en las de rotación mental como en las otras, comparados con los practicantes de la meditación OP y el resto de los participantes.
Por tanto, según los científicos estos resultados “tienen muchas implicaciones para el desarrollo de terapias para el tratamiento de la pérdida de memoria e incluso para el entrenamiento mental”.
En futuros estudios se analizará si estos resultados son específicos de la meditación DY o si el mismo efecto podría lograrse con otras técnicas de meditación.
Gracias a tecnologías recientemente desarrolladas (como la exploración por resonancia magnética o el electroencefalograma), se está pudiendo explorar a fondo el cerebro en pleno funcionamiento.
Esto ha llevado a tratar de explicar empíricamente los efectos de la meditación en el cerebro humano. Cada vez más neurólogos se interesan por conocer lo que supone la meditación para el cerebro, como es el caso de Richard Davidson, del E. M. Keck Laboratory for Functional Brain Imaging and Behaviour de la Universidad de Wisconsin, que ha realizado diversos estudios muy completos sobre la influencia de la meditación en los trastornos afectivos y su mapeado cerebral.
En resumen, Davidson ha examinado a centenares de monjes budistas tibetanos de dos tipos: un grupo de monjes que llevaban largo adiestramiento en la meditación (entre 10.000 a 50.000 horas), entre 15 y 40 años de experiencia, y otro grupo constituido por estudiantes con pocas horas de meditación. La meditación se ha asociado asimismo, a partir de su análisis científico, con otras ventajas, en este caso para la salud. Estudios anteriores demostraron que puede ayudar a detener el avance del SIDA en un organismo infectado y también a tratar el estrés postraumático.
Uno elige quedarse con lo conocido que nos ofrece el exterior, o explorar el maravilloso mundo interior que tenemos por descubrir.
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