
La preservación de la lengua y de diversos ritos que se practican incluso en las urbes modernas, representan una forma ancestral de lucha y rebelión pacífica de los indígenas mayas por mantener vigente su religión, cultura y pasado.
De acuerdo con el investigador Fredy Poot Sosa, varias comunidades del sur y oriente de Yucatán, donde la migración se acentúa, son paradójicamente las que más luchan por preservar aspectos culturales mayas, como la lengua, incluso por encima del español.
Expresó que por ello aún son comunes ritos de iniciación a la vida, a la actividad agrícola, de plegaria contra los problemas comunitarios, que aunque guardan cierto sincretismo con la religión católica, en realidad son cultos a deidades mayas.
El agua, la lluvia, el sol, el maíz, la tierra, los guardianes de los cuatro puntos cardinales (bacabes) son expresiones comunes en las plegarias mayas, aunque sobre ellos siempre estén presentes más como figuras decorativas, imágenes de santos y oraciones a un dios monoteísta.
La lengua, opinó el investigador, tal vez es la forma más común de rebeldía a la colonización, pues aunque se pretendió suprimirla por el español, en la actualidad cerca de 59.9 por ciento de los yucatecos se asumen mayas y 37.7 por ciento de ellos hablan esta lengua, pilar de la cultura peninsular.
La llegada de los españoles, abundó, representó el fin para muchas culturas, las cuales perdieron, en el mejor de los casos, riqueza histórica, científica, médica o social, pero para el maya, ésta supo sobreponerse gracias a la continuidad de la lengua.
La religión y cultura maya pretendió ser apagada con actos como el auto de Fe de Maní, que encabezó Diego de Landa, al destruir códices de miles de años, pero los mayas supieron transformar sus ceremonias, sin perder su esencia, incorporaron ciertos elementos del catolicismo.
Un ejemplo son la realización de ceremonias como el Che´aa Chaac, una de las más importantes, dada la tradición maicera y que se emplea al inicio de la siembra para pedir una buena cosecha o bien, el Waji Kool, para agradecer el favor de los dioses.
Entre las más comunes está la ceremonia sakab, que a diferencia de las anteriores, no requiere de un x¨men -sacerdote- para realizarse, “y uno mismo pueda celebrarla, siempre que su eje sea la elaboración de una bebida a base de maíz cocido sin cal y endulzado con miel de abeja”.
Esta ofrenda se emplea en diversas circunstancias, para dar gracias por el día, por la vida infinita, por la existencia sobre la tierra, por lo que somos como personas.
El jeds´meek también está entre la práctica cotidiana y consiste en sentar a los menores en la cadera izquierda o derecha de la “madrina o padrino”, lo que representa la entrega de la nueva persona a la vida, su inicio como hombre o mujer de bien, como persona respetuosa de la milpa.
Pocas veces practicadas, están las ceremonias del jed´lu´um, rito comunitario en épocas difíciles ante fenómenos “extraños”, que inicia en las primeras horas de la noche y concluye al despuntar el alba.
En todos los casos, expuso el investigador del Centro Regional de Información y Documentación del Pueblo Maya, son expresiones para reforzar la identidad, por encima de todas las transformaciones naturales que sufre la sociedad.
Es común apreciar, apuntó, que pese al fuerte fenómeno de la migración en las comunidades rurales para zonas como las turísticas de Quintana Roo o la frontera norte del país, la cultura prevalece y se arraiga en los jóvenes.
Da gusto ver, manifestó, que aunque muchos jóvenes han adoptado expresiones de otras culturas como el uso de tenis o pantalones tipo “cholo”, éstos asumen una actitud de respeto en las ceremonias mayas, incluso llevan la masa y rezan en esa lengua.
Puntualizó que desde la llegada de los españoles a América, los mayas han sido una cultura rebelde a la conquista, rebeldía que se prolongó a la Guerra de Castas en 1847, pero que hoy se manifiesta de manera pacífica en la vigencia de la lengua y tradiciones.
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