"GIVME FIVE"


Sonó el teléfono y ví que la llamada era de Estados Unidos.
Un amigo, un socio, un hermano de esos que te elige la vida estaba del otro lado de la línea feliz y excitado como si se hubiera hecho millonario.
Me contó que era una tarde de Martes como cualquier otra tarde de Martes en Fort Lauderdale.
El estaba en su mundo, cortando grama, arreglando jardines, podando árboles.
Pero algo en el entorno cambió rápidamente.
Primero aparecieron helicópteros sobrevolando a baja altura el lugar.
Luego empezó a escuchar sirenas que llegaban de lejos justo hacia donde estaba él.
Pensó que podría tratarse de una redada y decidió hacer un paréntesis en sus tareas y alejarse de allí. Subido a su bicicleta a medida que se alejaba pudo ver como el despliegue era más grande que el que imaginaba, lo que empezó a preocuparlo. Quiso consolarse pensando no podía ser que fuese que lo fuera a buscar "la migra", aunque conociendo su suerte decidió entrar en un pequeño centro comercial y confundirse con la gente.
Era como si el bullicio lo siguiera, para donde él decidía ir allí había corridas, policías y más seguridad. Las madres levantaban a sus niños para que no se extraviaran en la multitud, los hombres de negro y lentes oscuros con intercomunicadores en sus orejas llenaron el lugar, las vendedoras de las tiendas salieron salían celular en mano como para no perderse la gran foto; todo sucedió en unos minutos. Cuando le pregunto a una empleada del lugar que era lo que pasaba la respuesta fué breve y clara: "Es Obama".
Giró y uno de esos grandotes vestido de traje negro le pasó por delante una cinta amarilla impidiéndole el paso, allí se quedó porque no se podía mover; en un instante apareció viniendo hacia él en medio de cámaras de televisión, flashes y mucha seguridad Barack Obama.
Me contó que atinó a gritarle "Givme five", Obama lo escuchó y sonriendo chocaron sus manos.
12 millones de inmigrantes ilegales tiene Estados Unidos, 12 millones de historias y de esperanzas. Para uno de ellos, ese no fué un día más. Es cierto después volvió todo a la normalidad, pero él había terminado de saludar al futuro Presidente de los Estados Unidos. "Ahora no me lavo la mano hermano", me dijo.

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