
Navidad no es solo una festividad más en el calendario, es realmente una posibilidad de nacer de nuevo, de dejar todo lo viejo y obsoleto en la vida y retomar las ansias de vivir en paz y en armonía con la creación.
Navidad es volver a ser niño, dejar que la sencillez, la pureza, la transparencia del alma en una explosión de Luz te marque definitivamente el camino de encuentro contigo mismo.
Navidad es la posibilidad que nos da la vida de poder extender la mano al necesitado, al desvalido, al que ha caído en desgracia, al que ha sido privado de su libertad, al enfermo del cuerpo y del alma, a todo aquel que aun no descubre la verdad en si mismo.
Navidad es la oportunidad para estrechar la mano del amigo y hermanarse mas en la propia familia, es el tiempo de un nuevo nacimiento, del niño interior que tal vez como “adultos” hemos sofocado y no le permitimos expresarse con libertad.
Navidad es celebrar la presencia del ESPIRITU CRISTICO a través de Jesús como el regalo más preciado que DIOS hace a sus hijos.
La Navidad es el aniversario del nacimiento del Principio Crístico, y os pido que por primera vez en vuestras vidas tratéis de reestablecer el verdadero significado de la Navidad. Es el tiempo, en que, ayudados por las influencias de los planetas y los Maestros que os rodean, podemos establecer cómo vamos a vivir por el resto de vuestras vidas.
Se nos dice que la Navidad es para los niños. No es cierto. La Navidad sólo es para los niños en cuanto que ven el ejemplo de sus padres. Son los padres quienes deben demostrar el significado de la Navidad. Si en el día de Navidad los padres se permiten caer en un grosero materialismo como han hecho durante el resto del año, entonces sus hijos seguirán su ejemplo. La Navidad no es solamente decoraciones y luces, el recibir y el dar regalos. Eso es lo que el hombre ha hecho de ella por su limitada conciencia.
Cuando se acerque la Navidad, pensemos en nuestro interior. Miremos si, con toda humildad, podemos ver la luz de Cristo, la luz del autosacrificio. Veamos si podemos descubrir allí el reconocimiento de vuestra vida como una parte del todo en oposición al reconocimiento de nuestra vida como un ser puramente centrado. ¿Podemos empezar por aceptar y respetar la voluntad del Creador, que no es lo que nuestra familia necesita sino lo que nuestro Mundo necesita? ¿Podemos empezar a reconocer esa luz de Cristo y aceptarla?. Quizá podamos empezar con el reconocimiento de que la manifestación física de la Navidad creada por el hombre, el encanto de las decoraciones, el oropel y las luces, el dar regalos, la comida y bebida excesivas, la creación de placeres, está en completo contraste con la verdadera expresión de la Navidad. Sin embargo, bajo toda esa superficialidad y autogratificación hay un sentimiento de buena voluntad que al hombre le resulta difícil explicar.
Todo lo que se sabe, es que lo que se produce durante la Navidad, dura un corto periodo de tiempo y luego desaparece. Pero durante unos días inapreciables el hombre tiene un conocimiento inconsciente de Cristo, pues con el cambio de la expresión anterior de su propio ser, alterando sus puntos de vista sobre la vida, aunque sólo sea por unos pocos días, ha empezado a entender el significado del Cristo y el modo de transformar no sólo su propia vida sino también esta Tierra sobre la que vive. Lo que sentimos en Navidad no debería ser la excepción sino la regla, pues en esos días podemos saber cómo debería vivirse en esta Tierra durante todo el año. El sentimiento de buena voluntad hacia los hombres no debería existir sólo en Navidad debería ser eterno.
Las próximas Navidades podemos empezar a llevar nuestras vidas tal como deberían ser llevadas durante todo el año y una vez alcanzado ese pináculo, que hayamos alcanzado y experimentado ese punto de entendimiento, ¿podremos mantenerlo para que en el futuro podamos mirar hacia atrás y decir que verdaderamente habemos sido dignos de lo que se nos ha dado como una verdad sagrada: la luz de Cristo?
Pensemos como cambiar nuestras Navidades para que no sean las del pasado, las de la indulgencia y el exceso. Que sean unas Navidades de auténtica entrega, de ayuda real, de conciencia real.
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