"LO IMPORTANTE ES EL OPTIMISMO"


El 22 de abril, la neuróloga italiana y Premio Nobel de Medicina, Rita Levi-Montalcini, cumplió 100 años. La científica ha querido hacerlo en un congreso dedicado en su honor, en Roma, al tema que la ha apasionado durante toda su vida: el funcionamiento del cerebro.
La Premio Nobel en Medicina en su larga vida ha luchado por estudiar contra la oposición inicial de su padre, derribó estereotipos y enfrentó la opresión del fascismo. No dánsose por vencida aún ante el mismo régimen del Mussolini, llegando a montar un laboratorio en su dormitorio cuando "Il Ducce" prohibió a los judíos acceder a puestos profesionales.
La neuróloga sostiene que "El cerebro lo podemos mantener vivo, activo, pensando, incluso a mi edad", a sus 100 años dice que sigue investigando y, ayudando a estudiar a mujeres y niñas africanas mediante la fundación que lleva su nombre porque menifiesta que se encuentra "mentalmente, más presente quizás que cuando era adolescente".

Una lección de vida.
Para mí lo que es importante es el optimismo y no sobrevaluar las dificultades. Por ejemplo, yo considero que llegué al Premio Nobel en 1986 gracias al gobierno de Mussolini. No le agradezco a Mussolini, pero sin su declaración de que yo pertenecía a una raza inferior, yo no hubiese podido avanzar y desarrollar mi cerebro como afortunadamente he podido. Diría que un natural optimismo me ha ayudado en los momentos difíciles. No me importaba ni la enfermedad, ni la muerte ni las persecuciones, eso afectaba mi cuerpo, no a mí. Yo potencié mis capacidades. Si yo no hubiese tenido la obligación de trabajar en mi dormitorio, hoy sería una vieja señora como naturalmente soy. Pero no hubiese podido aprovechar lo que me impuso la vida".

Los tiempos del facismo.
"Lo que queda, de mí y de todos, son los mensajes que hemos lanzado durante nuestra vida. Era el placer de trabajar en condiciones difíciles, que estimulan las capacidades mentales, más que una vida tranquila. Por eso, el hecho de no haber podido ir al laboratorio no me preocupó. Armé el laboratorio en mi dormitorio. No, nunca le temí a la muerte. Podía suceder, no podía descartarlo para nada. Naturalmente había peligros en la época del antisemitismo, pero yo no enfrenté peligros verdaderos".

Su rutina con 100 años.
"No duermo casi nada; me puedo pasar la noche pensando. En general, nos preocupamos de las cosas inexistentes. A veces exageramos con las exigencias físicas. Mi necesidad de alimento es bastante baja. El exceso de alimento es inútil y el exceso de sueño no es necesario. Trabajo todas las mañanas en el European Brain Research Institute, EBRI (Instituto Europeo de Investigaciones Sobre el Cerebro), que fundé, y por las tardes, con mis colaboradoras, con las que trabajo hace 40 años. La mañana la dedico al estudio de problemas científicos, hay uno nuevo cada día y podemos enfrentarlos hoy de una mejor manera. Por la tarde, me dedico a la ayuda a los jóvenes y las mujeres de África. Al inicio quería enfocarme en los jóvenes en general, pero luego me di cuenta que los jóvenes de países desarrollados como Italia e Inglaterra no necesitan a gente como yo; sí lo necesitan los jóvenes de países en desarrollo".

Mujeres africanas.
"La mujer africana no es distinta del hombre desde el punto de vista mental; es diferente del hombre en el sentido de que uno tiene un privilegio que le es negado al otro. Roger Wolcott Sperry demostró que los dos hemisferios son idénticos desde el punto de vista de la capacidad mental. Uno no es víctima del otro, uno no es dominador y el otro dominado, son diferentes enfoques. Mi idea, es darle a ellas el privilegio de una educación, que les fue negado siempre".

La política.
"Yo afortunadamente soy de izquierda, no de derecha. Yo soy fuertemente de izquierda, lo que quiere decir creer en el progreso y en la paridad, mientras la derecha es lo opuesto. Aún siendo así estoy abierta a la posibilidad de diálogo".

La religión.
Para mi la religión nunca fué un problema, soy laica.
Hoy más que nunca, estoy totalmente alejada de este entendimiento religioso de recompensa y castigo. Cada uno de nosotros es más el objeto no de la genética sino de la epigenética. Para mí lo único que cuenta son los problemas morales, es decir, vivir según una trayectoria que esté siembre bajo la posibilidad de la ética. No temo a la muerte, no temo al peligro; está lejos de mi manera de pensar desde joven.

A los jóvenes de hoy.
Contarle a los jóvenes de este descubrimiento, de cómo fue, es difícil, porque yo hoy no podría hacerles sentir los problemas que eran míos.
Yo tenía la meta de conocer el sistema nervioso. Hoy, los jóvenes -particularmente las mujeres- han entrado en masa al estudio y tienen capacidades formidables, entusiasmo y las competencias para encarar e investigar problemas. Estoy rodeada de una juventud de tal capacidad y de tal deferencia por los problemas graves, que podríamos decir que vivimos en una "isla feliz", el EBRI. En mi caso, en condiciones difíciles, seguí adelante con la investigación, hice descubrimientos que me llevaron desde el dormitorio a Estocolmo en pocas décadas.

Cuestión de géneros.
"Las mujeres siempre fueron destruidas por la fuerza física masculina que hizo de ellas las "víctimas". Hoy, afortunadamente, sabemos que la fuerza física no tiene nada que ver con la capacidad mental.
Esto tiene que ver con los descubrimientos de Sperry, quien en 1981 ganó el premio Nobel. Él descubrió el aporte diferente de los dos hemisferios, izquierdo y derecho, con sus diferentes enfoque pero con las mismas capacidades.
Uno tiene que ver más con el espacio, el tiempo, la música; el otro es más matemático. El modo de proceder depende de cómo, desde nuestra primera infancia, nosotros hemos sabido quién somos. Yo trasladé los descubrimientos de Roger Sperry sobre los hemisferios para considerar el aporte físico y biológico del hombre y la mujer. Ahí también hay dos modos de enfrentar la vida, y son complementarios; no es que uno es superior al otro, es diferente el abordaje de los problemas, no las capacidades mentales".

El Alzheimer.
"Yo creo que los datos que tenemos sobre el factor de crecimiento nervioso (NGF, en inglés), mi descubrimiento, puede efectivamente evitar la tragedia de la pérdida mental que genera el Alzheimer. Todavía no contamos con ayuda financiera para hacerlo".

El fin de su vida.
"Por el momento, mi "muerte mental" no es evidente. Yo, hoy, desde el punto de vista mental, estoy quizás más presente que cuando era adolescente. El trabajo que hago, tanto el científico como el social, continúa con mayor intensidad que cuando tenía veinte años. Por eso, no creo que la muerte tenga que ver. Lo que queda, de mí y de todos, son los mensajes que hemos lanzado durante nuestra vida; esos quedan. No me molesta la muerte. Por el contrario, la deseo, porque no tiene ninguna conexión con mi muerte, que es la muerte de la mente. Nunca me preocupé sobre esto. Muere el cuerpo, no yo misma. El cuerpo evidentemente debe morir, pero esa no es mi muerte".

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