
El solo quería poder llegar a las 12 para celebrar un año más.
Y cada hora que pasaba interiormente las festajaba como si en cada una de ellas recuperara algo de su vida.
Era un mediodía torrido, de esos en los que parece llevarse el sol de sombrero. Pero nada podía asegurar cual iba a ser su verdadero destino.
Como todo 31 de Diciembre el movimiento era grande y para ese momento mucha gente pasaba por ahí en las compras previas para despedir el año.
Mucho bolsillo con billete, mucha música altisonante, mucho alcohol anticipado y muchas ganas de celebrar le daban a este barrio periférico de la ciudad el colorido que en el año nunca tenía.
Yo confieso que pasé por ahí accidentalmente buscando una ruta de salida y nunca más voy a olvidar lo que vi. No sé bien si me golpeó por vegetariano, por un profundo respeto a otro ser vivo, o porque me dolía pensar cual podía ser su próximo destino.
El solo quería poder llegar a las 12 para celebrar un año más y contaba pasar las horas abajo de un cartel "protector" que le hacía sombra.
Yo me resistía creer que ese cartel dijera eso, anotado a tiza: CORDERO $900.
Volví a pasar tres horas después y me tranquilizó verlo todavía ahí.
Su vendedor le había puesto un balde con agua para que soportara el calor.
Comerciante si... insensible NOOOO!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario