EL CODIGO Y LAS DUDAS


La mayoría de los científicos creen que el principio de incertidumbre es una propiedad fundamental e ineluctable del mundo. Según este principio no habría un futuro único sino muchos futuros posibles. Recurramos nuevamente a Hawking: «La mecánica cuántica no predice un único resultado definido para cada observación. Predice, en cambio, los diferentes resultados posibles y sus probabilidades de ocurrir.»
¿Presenta, pues, la Biblia, al igual que la mecánica cuántica, todas las variantes posibles? ¿O anuncia predicciones invariables, talladas en piedra? Algunas, como la del asesinato de Rabin, han ocurrido sin lugar a dudas. ¿Es esto cierto para todas las predicciones?
Si bien no contamos aún con experiencia suficiente como para responder a esta pregunta, podría ser que ni siquiera la regla aparentemente inamovible del principio de incertidumbre rigiese en el caso del código.
De hecho, toda la ciencia convencional y la totalidad de los conceptos convencionales de realidad podrían perder toda relevancia si un ser situado fuera del sistema, fuera de nuestras tres dimensiones, fuera del tiempo, hubiera codificado la Biblia. De ser así, el código no tendría que obedecer ninguna de nuestras leyes, ya fueran científicas o no.
Hasta Hawking admite que nuestras reglas del azar no tienen por qué aplicarse a Dios: «Nada nos impide imaginar un sistema de leyes capaz de determinar los acontecimientos para un ser sobrenatural.» Desde el momento en que aceptamos que no estamos solos -y que existe una inteligencia que trasciende la nuestra-todo lo demás requiere un reposicionamiento.
El gran genio de la ciencia contemporánea, Albert Einstein, jamás quiso aceptar la idea de que el universo estuviera gobernado por el azar. «No hay duda de que la mecánica cuántica causa gran impresión. Pero -objetaba Einstein-una voz interna me dice que todavía no hemos llegado al meollo del asunto. La teoría habla de muchas cosas pero no nos acerca ni un ápice al secreto del "Gran Jefe".»
«Dios -afirmaba Einstein- no juega a los dados.»
(Fragmento de El Código Secreto de la Biblia)

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