EL CODIGO Y EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE


I. Piatetski-Shapiro, destacado matemático de Yale, también confirma el código, pero no puede dejar de asombrarse ante su capacidad para predecir hechos que ocurrieron mucho después de que la Biblia fuera escrita.
«Creo que si, que el código existe -dice Piatetski-Shapiro-. Conozco los resultados y admito que son sorprendentes. Predicciones del futuro, de Hitler, del Holocausto...»
Doron Witztum, el colaborador israelí de Rips, se ocupó de realizar en el código bíblico una búsqueda exhaustiva del término «holocausto», que dio por resultado la aparición de numerosos y estremecedores detalles.
«Hitler» y «nazi» se encontraban junto a «matanza». «En Alemania» se cruzaba con «nazis» y «Berlin». Y el hombre que dirigió los campos de concentración, «Eichmann», aparecía junto a «los hornos» y «exterminio».
«En Auschwitz» aparecía codificado allí donde el texto original de la Biblia dice: «un fin a toda la carne». Incluso los detalles más técnicos de la «solución final» tenían cabida en el código. El gas empleado para matar a los judios, el «Zyklon B», flanqueaba el nombre de «Eichmann». Piatetski-Shapiro, que había tenido acceso a estos hallazgos, estaba impresionado.
-Mi instinto matemático -señaló- me dice que aquí hay algo verdadero.
No obstante, el profesor de Yale no encontraba una explicación cabal a este fenómeno.
-No hay, dentro del sistema de leyes matemáticas que conocemos, nada que explique la predicción del futuro. La física newtoniana -objetó Piatetski-Shapiro-es demasiado simple para explicar un conjunto de predicciones tan complejo y detallado. Tampoco la física cuántica nos saca de apuros. Yo creo que estamos ante una inteligencia que trasciende nuestro alcance.
El matemático hizo una breve pausa y luego continuó:
-Sólo veo una respuesta. Dios existe.
-¿Podremos explicarlo algún día en términos puramente científicos? -pregunté.
-Lo dudo -repuso él-. Quizá en parte, pero algo siempre permanecerá oculto. Es posible, en teoría, creer en el código de la Biblia sin creer en Dios. Pero aquel que acepta la existencia de Dios ya no necesita preguntarse quién puede ver el futuro.
Si el futuro puede ser previsto, ¿puede también ser modificado?.
En otras palabras, si hubiéramos conocido de antemano las intenciones de Hitler, ¿habríamos podido evitar la segunda guerra mundial? ¿Podrían haber esquivado Ra­bin o Kennedy las balas de sus asesinos? Suponiendo que los nombres de Amir u Oswald hubieran aparecido en el código de la Biblia antes de que todo ocurriera, ¿habrían podido ser detenidos a tiempo? ¿Existía acaso una probabilidad alternativa, una que contemplara la detención de los pistoleros y conservara con vida a Kennedy o Rabin?
La cuestión radica en saber si el código de la Biblia vaticina lo que pasará o sólo nos previene de ello; si predice un futuro único y predeterminado o presenta todos los futuros posibles.
Éste es precisamente el debate que ocupa a los fisicos desde que Werner Heisenberg formulara su célebre principio de incertidumbre. Stephen Hawking nos lo explica con meridiana sencillez: «¡Cómo podemos pretender predecir con exactitud el futuro si ni siquiera somos capaces de medir con exactitud el estado actual del universo!»
(Fragmento de El Código Secreto de la Biblia)

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