LA HISTORIA OCULTA DE NESTOR Y CRISTINA


Hace treinta años, cuando otros "desaparecían" por culpa de la dictadura o debían refugiarse en el extranjero, ellos se fueron de La Plata a Río Gallegos. No tuvieron que esconderse, sino que enseguida empezaron a ganar buen dinero.
Pusieron un estudio de abogados.
Y en apenas cinco años, entre 1977 y 1982, lograron la hazaña de multiplicar su patrimonio y de comprar 21 propiedades.
¿Cómo hicieron Néstor y Cristina para prosperar en medio del terror imperante?
¿No era que habían pertenecido a la camada de jóvenes revolucionarios que por esos tiempos se jugaban la vida?
La verdad es tan sombría que el Presidente nunca quiso referirse a ella.
El joven matrimonio se instaló en Santa Cruz algunos meses después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Se habían conocido en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata y llevaban un año de casados.
En 25 de Mayo y Maipú, en el centro de Río Gallegos, abrieron el Estudio Kirchner e incursionaron en un rubro para el que se necesita un estómago fuerte: cobranzas y recupero.
Tan eficiente se mostró Néstor en esos menesteres que los clientes se multiplicaron: entre otros, Automotores de Dios, Casa Sancho, de artículos para el campo, y el comercio de electrodomésticos Bercon.
Cuando algún comprador no pagaba la cuota mensual del artículo adquirido, allí aparecía Kirchner tocando a la puerta de su casa para llevarse el bien en cuestión, con la misma vehemencia con que hoy castiga a opositores, empresarios y periodistas.
Pero sus mejores empleadores de entonces eran los bancos Cabildo y Patagónico, y las financieras Sic, de Bahía Blanca, y Finsud.
Cuando empezó a manejar esas cuentas, Kirchner vislumbró las enormes posibilidades que ofrecía la especulación financiera.
Eran los tiempos de José Alfredo Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura que hoy es satanizado por el Presidente.
Pero allá por 1977, cuando Martínez de Hoz liberó la tasa de interés, sin saberlo le hizo un gran favor al abogado Kirchner.
Las disposiciones del ministro permitían indexar las deudas de dinero según la inflación.
Como la inflación llegaba al 100 por ciento anual, las cuotas mensuales -indexadas según esa cifra- les resultaban imposibles de pagar a muchos deudores, a quienes en consecuencia se les remataban las propiedades dadas en garantía.
En ese contexto de desgracia ajena, el abogado Kirchner compró 21 de los inmuebles que hoy relucen en su impresionante declaración jurada: por un total actual de 227.702 pesos de valor fiscal, aunque no real.
¿Cómo hizo? La clave está en su asesoramiento legal a la financiera Finsud, lo cual le permitía contar con información privilegiada sobre quiénes dejaban de pagar sus cuotas.
Varias fuentes que frecuentaban a Kirchner por esos años, incluso una que colaboró en su estudio, confirman el modus operandi empleado por el abogado para adquirir la gran mayoría de esas propiedades a precios ínfimos.
Hablan de unas quince del total de 21, entre casas, departamentos y lotes.
Cuando la financiera le avisaba a Kirchner que algún deudor había dejado de pagar la cuota mensual del crédito que le habían otorgado, él se reunía con el moroso en cuestión y le explicaba sus pocas opciones: podía resignarse a que le remataran la propiedad y así perder casi todo el valor del inmueble, o también podía venderla a un precio bastante menor al que tenía en realidad.
El comprador era el propio Kirchner.
De ese modo, el deudor en aprietos al menos se quedaba con algo de dinero. Y el abogado sumaba metros y más metros cuadrados, eludía el trámite del remate y luego renegociaba la deuda del inmueble con sus patrones de Finsud. Era una práctica cuestionable, pero no ilegal.
¿Qué hubiera sido de la actual fortuna de Kirchner sin el esquema de Martínez de Hoz?
En la división de tareas, Néstor se ocupaba de adquirir casas a precio de remate y Cristina estaba concentrada en deudores de otros rubros.
Todas las tardes, casi sin falta, la joven abogada con aires de diva iba al juzgado en lo Civil y Comercial Nº 1 de Río Gallegos, que abría a partir de las 13 y estaba a cargo de Augusto Fernández Bibot.
Allí revisaba los expedientes de los morosos para ver cómo evolucionaban los juicios ejecutivos que los Kirchner les habían iniciado en nombre de sus clientes.
Cristina pasaba horas allí adentro y ya parecía parte del decorado.
Llegaba con una extensa lista de deudores -hasta 150 en las mejores épocas- y abandonaba el juzgado al atardecer con los nombres de sus próximas presas: en un buen día podían salir unas diez o quince órdenes de embargo.
Con esa información de último momento, el cobrador Kirchner iba a reclamar el bien embargado: una heladera, una bicicleta, a veces algún auto.
Los vecinos de Río Gallegos ya los miraban con cierto temor.
Defendió a un jefe de la Policía Federal en Río Gallegos que
se lo acusaba de varias violaciones de menores argumentando que el sexo oral al que fue forzado una de las mujeres abusadas en realidad no podía calificarse de violación.
Néstor era amigo del intendente de Río Gallegos, Pablo Sancho, impuesto por los generales del Proceso.
Además trabajaba como abogado de Casa Sancho y perseguía a los morosos que le debían plata a ese comercio, así como su hijo Máximo hoy está asociado con el hijo del ex intendente, Carlos Sancho, en la inmobiliaria que se ocupa de cobrar los alquileres de la veintena de casas familiares en el sur.
La militancia setentista de Néstor, al menos en los papeles, se limita a un año en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), antes de que asumiera Perón en 1973 y ese grupo se uniera a la Juventud Universitaria Peronista (JUP).
Por esos lejanos tiempos debe haber sido el único militante que compraba dólares y se divertía calculando día a día las ganancias que le dejaban.
Es verdad que estuvo preso en Río Gallegos a comienzos de la dictadura del '76: estuvo demorado algunas horas y lo trataron bien.El militar que lo interrogaba conocía a su familia.
¿Por qué el Presidente más revisionista de la historia argentina presume de tener un pasado que no se parece en nada al real? ¿Acaso lo hace para acomodar sus antecedentes al discurso que exhibe hoy?
Lo cierto es que Néstor y Cristina lograron prosperar en los tiempos más oscuros de la Argentina, cuando otros militantes se exiliaban o se escondían.
Esta es la verdadera historia del hombre que vive obsesionado con los años setenta y que le pregunta a todos qué hicieron durante la dictadura.
Ahora se sabe con más detalle lo que hizo él.

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